lunes, 14 de noviembre de 2011

* Desde lo más alto



Aquel enorme pino regalaba una sombra de grandes proporciones. Era su espacio favorito, en aquella montaña, que tanto le apasionaba. Desde aquel lugar se observaba el latir de todo un pueblo. Allí sentado pasó buena parte de su vida.
Dibujo en el tronco de aquel pino un corazón, y en el guardo el nombre de su amada…
Desde allí podía adivinar cuando “el tío Lucas”, cada tarde, con su viejo cubo azul, de plástico, se dirigía con caminar torpe a dar el sustento a su “berraco”. Ese, que tanto había aportado al aumento de la natalidad, en el censo de cerdos en el pueblo-
“El tío Félix, cada tarde a las cinco en punto, regresaba del campo con su borrica del ramal. Caminaba siempre encorvado, debido quizás a los muchos años que llevaba a cuestas. “La tía Manuela”, siempre lo esperaba en la puerta de la cuadra. Era una bonita historia de amor.
En la calle San Simón un grupo de madres, cosían afanosamente pantalones de maridos. Otras construían con cada puntada el ajuar de sus hijas casaderas. Labraban a golpe de aguja e hilo, todo un futuro, lleno de promesas.
Anastasio y otros jugaban a ser de primera división….











                                                                                                                   1
Una mano sin rostro se pasaba la tarde regando plantas de hoja caduca en la calle Saliquet.
España y Portugal se disputan nuevos territorios, allí por la canaleja. Una guerra con honda y piedra que jamás causo baja alguna.
En las cañadas un grupo de jóvenes se esforzaba en recoger colillas, después de un partido de futbol. Tabaco de mil colores, que envolverían cuidadosamente en papel comprado en casa “del Tío Juan José”. Esos cigarrillos se fumarían en eternas “vueltas al corazón”.
El, desde su improvisado ático siente el respirar de todo un pueblo. Puede captar cada segundo de vida cotidiana…
Un grupo de ancianos, sentados en bancos de piedra en la plaza de España, toman los primeros rayos de sol matinal. Sus caras y gestos delatan una vida llena de esfuerzos y trabajos. Sus rostros morenos recuerdan a días de siega. Sus andares encorvados a quilómetros de arado recto.
Cuentan historias de alforjas llenas de bellotas y persecuciones de guardias civiles a caballo.
Con su receta médica en mano y sentados en su banco eterno, esperan cada día a que llegue su final…













                                                                                                                   2
Un señor reparte cerezas, a niños con pantalones de peto, en la plaza del pueblo. Con este gesto parece querer borrar un pasado un tanto cruel. Busca el perdón de todo un pueblo, por actos cometidos años atrás. Siente que la vida se le escapa, y sueña con encontrar un perdón divino.
Cada día, unos altavoces situados en lo alto de la torre, nos recuerdan que más allá del horizonte, existe un lugar llamado México…
México lindo y querido.
En el rio de aguas cristalinas, un grupo de veinteañeras se afanan por lavar grandes cantidades de ropa. Al compas de canciones populares hacen resplandecer grandes sabanas de algodón. Sueñan cada día con encontrar un novio guapo, y que les ame para toda la vida. Con malicia sana componen versos…




Dice tu madre
Que para ti no soy buen partido
Mañana es el Barça Madrid
A ver si encuentra marido.



Tu madre a mi no me quiere
Porque no tengo carrera
Alonso deja Renault
Que vaya a por cuando quiera





                                                                                                                   3


Eres alta y buena moza
No te lo presumas tanto
También lo es la Pantoja
Y Julián le salió sapo.


De porque te estoy queriendo
No me pidas la razón
Tú eres mi esperanza
Y tu Gallardón


Si me quieres
Dímelo cara a cara
No vaya a pasarnos
Como al Paquirrin y la Tamara


Cuando cuentes las estrellas
Hazlo de dos en dos
Y si muchos te parecen
Más novios tuvo la obregón










                                                                                                                  4
José Ramón, juega a ser campeón del tour de Francia, cada día. Con su bicicleta de color azul turquesa, recorre largos senderos, flanqueados por encinas milenarias. Sueña encontrar su princesa encantada, que le haga salir del continuo letargo, que le invade cansinamente cada día.
El, desde allá arriba, se siente un espectador privilegiado. Desde su tribuna central, observa el gran partido de un pueblo con olor a primavera temprana.
Su mirada se clava en el cementerio, que se encuentra a las afueras de la villa. Sus flores marchitas y velas a media luz, le traen tristes recuerdos. El siempre tendrá cuentas pendientes con las personas más importantes de su vida. Recuerda una carta sin sello y sobre, que jamás fue enviada….
Sus lágrimas afloraron ante tal recuerdo. Su hermano mayor, le había dicho el día que lo echo de casa, que los hombres de verdad nunca lloran. Se pregunto si su hermano mayor había sido alguna vez un verdadero hombre. No tardo en hallar la respuesta…… ¡Nunca lo había sido! .
















                                                                                                                   5
Un pajarillo revoloteo a su lado durante largo rato. El aleteo de aquel animal le hizo evadirse de tan tristes recuerdos. De nuevo imagino aquel pájaro de hierro de la castellana madrileña. Esbozo una sonrisa y se dispuso a pintar un nuevo corazón en la corteza de aquel árbol milenario, antes de emprender el camino de regreso.
La bendita lluvia hizo acto de presencia quería ser su compañera de viaje, aquel  día de primavera. Una navaja con puño de madera era todo su equipaje.
Un altavoz cansino recordaba que se tapizaban sillas, sillones, etc. Lo recogían y lo entregaban en el propio domicilio…
El reloj de la antigua torre de la plaza de España le advirtió que eran las siete de la tarde.
Con paso rápido se disponía a patear las calles de su querido pueblo. Atrás había quedado un día con olor a pino y esparrago triguero.


















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