jueves, 15 de diciembre de 2011

* mi trabajo

jueves, 8 de diciembre de 2011

* Carta a mi padre muerto


Desde mi soledad te escribo padre.
Hoy como siempre mis manos tiemblan al escribir, mis ojos se humedecen y mi corazón se encoje.
¿Sera padre, que hoy es un día gris?
Cierro los ojos y te veo postrado en tu silla, con ese típico moreno de sol extremeño.
Tu mirada siempre clavada en ninguna parte. Tu cara arrugada, por el paso de esos duros años de vida, que llevas a cuestas con toda dignidad.
Hoy padre, como cada día, también pienso en ti.
Añoro tus gestos. Tus gritos de furia alguna vez.
Aquí todo es distinto…
Atrás quedaron aquellos días de televisión juntos, en nuestra humilde casa. ¿Te acuerdas padre? ¿Recuerdas cuando iba a casa de Adela a por tu leche fresca?, ¿Cuándo cada domingo compartíamos helados de limón?...
Aquí padre todo es distinto. Día y noche es igual. La multitud transita por la calle sin rumbo fijo. Todo es alboroto, diversión…
Y sobre todo padre, soledad.
Mis ojos hoy no pueden verte sentado en tu silla. Mis manos no pueden palpar tu pelo blanco de canas.
Aunque estoy contigo, lejos de ti me encuentro, padre.
Cerrare mis ojos húmedos de lágrimas y soñare contigo. Seré y te hare feliz. Sonreiré, viviré, gozare de ti…
Al despertar padre, te escribiré desde mi soledad

martes, 6 de diciembre de 2011

* Maria


Florece en mí
Como blancas flores en mayo.
Vives en mí
Cada segundo.
Anidas en mí
Cuan cigüeña en su torre.
Naces en mí
Como nace mi ilusión y mi amor por ti.
Creces en mí
Como crece mi fe y esperanza.
Y cada tarde
Tu sol se asoma a mi ventana…

* carta a un asesino


Hoy desperté de un mal sueño.
Los arboles ya no eran verdes. El sol no brillaba. Los pájaros no podían volar. Las estrellas se difuminaban, y se apagaba el cielo.
Las gentes no reían….
El viento soplaba fuerte; hacia naufragar barcos en un mar turbulento.
¿Qué está pasando? ¿Quién apago  las sonrisas de las personas? ¿El brillo del sol o las estrellas? ¿Quién enfureció el viento y el mar?
Eta ha vuelto a matar….
¿Por qué matáis?
¿Por qué apagáis la sonrisa de la gente?
¿Por qué el brillo del sol o las estrellas?
¿Por qué enfurecéis el viento y el mar?
¿Quién os ha dado permiso para apagar una vida llena de luz?
¿Quién sois para jugar con la vida?
Os hago preguntas y no sabéis ni siquiera responder.
¿Acaso el mar os molesta?
¿La sonrisa de la gente?
¿Las estrellas?, ¿El cielo azul?
Me pregunto si tenéis madre.
¿Os habéis enamorado alguna vez?
¿Habéis paseado con vuestros hijos de la mano?
¿Visteis el mar?, ¿Las estrellas?
Mientras vosotros matáis, yo os sigo haciendo mil preguntas. Yo, que he visto el mar. Las estrellas. Yo que alguna vez me enamore.
¿Sois seres humanos?
¿Dónde está vuestro cerebro; si es que lo tenéis?
¿Quizás en el dedo que oprime el gatillo, de vuestras malditas pistolas?


domingo, 4 de diciembre de 2011

* El bar de la plaza.


En el bar que había en la parte alta de la plaza, el tiempo parecía haberse detenido años atrás. De sus paredes colgaban, bien ordenadas, antiguas entradas de algún concierto; de esos que jamás volverán a repetirse, y que permanecerán en la retina toda una eternidad.
Una mesa de billar, con una superficie un tanto raída, le daba un aire a serie de acción americana.
Unos amplios ventanales servían de improvisado observatorio, y ofrecían un amplio escaparate, acerca de la realidad de todo un pueblo.
Dos enormes ojos, observando su latir diario.
Desde allí podía palparse el estado de salud de una población demasiado adulta, y castigada por la azada y la hoz.
Una improvisada pasarela, descubrían modelos de porvenir incierto. Faldas muy cortas y camisetas de tirantes, que jamás pasarían de moda.
A través de sus inmensas pupilas se adivinaba un espíritu, mitad religioso, mitad profano, en cada semana santa. Procesiones y grandes borracheras se anteponían en un marco cada vez más cotidiano.
Fiestas patronales, o de quintos. Días de bodas, dibujadas con arroz y llantos de madre. Un último viaje en ataúd de caoba. Juegos infantiles con agua de la fuente y globos de mil colores…











El se sentía  privilegiado. Tenía ante sí todo un mundo de realidad y fantasía. Su bunquer blindado, había abierto una enorme ventana a la vida.
Apuraba un último trago de whisky con cola, cuando a su espalda, una voz del sur lo insistió para aceptar otra copa más.
Era Rafa…
Rafael era uno de tantos trabajadores foráneos, que intentaba ganarse el pan diario en aquel “Gigante Dormido”; reflejado un día en papel de imprenta por Segundo Valmorisco.
Detrás de su carcasa de guaperas seductor, se escondía un gran corazón. Siempre lucho por un amor imposible; que aun hoy, veinte años atrás, no se cruzo en su camino.
Entre tragos y cigarrillos rubios transcurría la velada; en aquel bar, de barra en forma de ele, y ojos clavados en una plaza llena de vida.
Rafa se preguntaba (con sonrisa irónica), si las “cabrinas del Cipriano”, se convertirían algún día en grandes cabronas. También parecía preocuparle demasiado, “las braguinas”, que paseaban desafiantes, bajo aquellas faldas cortas, en la pasarela improvisada.
El alcohol hacia ver todo, a través de un velo rosa pálido.
Historias de chicas; siempre imaginadas, se sucedían cansinamente entre trago y calada.













A él poco o nada le importaban aquellas historias de conquistas imaginarias. Le daba mucha más importancia, a lo que había en el interior de aquella coraza; siempre enmascarada de una ligera ironía.
La fachada, no siempre reflejaba el verdadero estado de un edificio. Lo sabía por propia experiencia.
En una pantalla situada estratégicamente, veintidós “muñequitos”, perseguían una pelota de lunares blancos y negros. Todos observaban atónitos, mientras interpretaban una danza compuesta de palmadas, saltos, agitación de brazos, y algún sonido irreproducible.
Por un momento, el andaluz enmascarado dirigió  su mirada a la gran pantalla. Sería más fácil que cada cual tuviese su propia pelota de lunares; asintió mientras emitió una sonora carcajada.
Nada altero aquel ballet de tendencia nada clásica.
El whisky y la presencia de su amigo lo hacía sentirse importante, en aquel lugar de encuentros diarios.
Entre tragos recordó una vieja historia de amor y una carta dictada por su alma un día de primavera.

















CARTA A UN AMOR IMPOSIBLE
Y cada tarde tu sol se asoma radiante a mi ventana entreabierta. Sus rayos iluminan mi cara. Su reflejo inunda cada rincón de esta casa.
Tu sol me guía. Cada segundo hace que renazca en mí, la esperanza que un día perdí.
La noche me ciega con su oscuro manto.
¿Dónde está la luz, que tu sol un día me dio?
¿Dónde la alegría de sus rayos?
¿Dónde esa brisa de amor, que desde Hernani un día me abrazo?
¡Maldita noche que cegó mi vida!
En la eterna e injusta lejanía de país vasco mi mente se pierde. Surca ágil por montes y playas. Se pierde en laberintos de pasión. Busca por la arena de la concha…
¿Dónde está ella?, ¿Mi mente?
El sol, ella, la noche, mi mente…
Hoy llora mi corazón. Llora mi alma.
¡Esta tarde tu sol no se asomo a mi ventana!
No me deja ver esos rayos que me da la vida. Se cierra; para abrir una profunda herida en mi corazón.
Maldita ventana y  maldita noche, que me está matando con su oscuro manto.
Por el mar de esta vida, surco sin rumbo fijo. Quiero ver, pero mis ojos están llenos de lágrimas.











La noche…
Mi ventana cerrada.
El mar violento de mi vida.
Ayer tocaba las estrellas con mis dedos. Mis labios reían, cuan niño pequeño. Mis ilusiones se desbordaban.
Hoy tu sol se difumino.
El sol dejo paso a una nube inmensa, que nubla mi corazón, que derrama lágrimas negras en la alfombra de mi vida.
¿Por qué?
Se marcho con hasta siempre; que se torno en un hasta nunca.
Otra ventana cerrada al amor.
Sol; si un día la ves, dile que siempre la amare, y que mi ventana siempre estará abierta. Dile que a su lado fui del todo feliz.
Dile, querido sol; que mi corazón pasea cada día por Hernani.





















Su reloj de pulsera dorada y escudo rojiblanco marcaba las tres de la madrugada.
Era hora de plegar velas, insinuó Rafa, con aire de absoluta resignación. Hora de  desmantelar historias forjadas a golpe de trago seco.
El, parecía no querer abandonar aquel barco, aun sabiendo que terminaría por hundirse en aquel mar de enero, como cada noche.
En la pantalla del fondo ya no se adivinaban siluetas, tras una pelota de lunares. Se difuminaron, al igual que aquel ballet descompasado.
El teatro de los sueños había echado su telón, aquella noche de eterno invierno.
El maullido de un gato lo acompaño en la oscuridad de la noche, camino a su casa.

sábado, 3 de diciembre de 2011

* Furtivo


Noche de luna nueva
Embriagada de luz
De sombras oscuras
De frio llena.

Sombrero de ala ancha
Capa, escopeta…
Empapado en sudor, de carreras
De huir del amo
De perseguir la pieza.

La luna, su compañera
Su amiga del alma
Su aliada eterna
Su bandera.

Sostén de una familia
Buscador de trofeos pagados
Amigo de sus amigos
Enemigo del amo
Queridos de muchos
De pocos odiado.

Su vida el monte
La escopeta…
Su muerte el raso
Su virtud la destreza.
Furtivo de luna llena...

* Para Ana.



El tren de la muerte hoy me devolvió a la vida….
Las estaciones se suceden a ritmo de vértigo, y con ellas vivencias aun cercanas, que van surcando inexorables, por mi mente, un tanto cansada.
Cansada de recordar la muerte, pululando por algún vagón de ese tren. Cansada de ver tragedia. Cansada de llorar, por unas victimas injustas; como todas las victimas…
¡No es fácil vivir ajeno a tanto dolor!
Atrás quedo Atocha.
Quedaron vidas destrozadas, por el azote de un fanatismo religioso. Atrás quedo el silencio de una ciudad, que aun llora por cada esquina a sus muertos.
Al otro lado de esa vía de la muerte, me está esperando la vida. Una vida llamada Ana.
Ella es fantasía, elegancia, dulzura; es sobre todo vida.
Su cara refleja la más profunda sinceridad, que pueda tener en lo más profundo el ser humano.
Su ternura me embriaga….
¡No es fácil plasmar tanto sentimiento!
Ella es pura.
Su alma es limpia; como limpios son mis sentimientos hacia ella.
Sus ojos reflejan la incomprensión, que tanto se cruza en mi largo camino por la vida.











Ella es ese amor imposible, por el que todos alguna vez luchamos.
La tarde transcurre demasiado deprisa. Se disipa el sol, que hoy brilla en el centro de mi alma.
La tarde se va, y con ella mi alegría más intensa.
Suenan campanas de despedida….
Ella es flor de primavera.
Una gota de agua fresca, resbalando por la ladera de mi existencia.
Odio la eterna lejanía de Fuenlabrada. La odio porque en ella se quedo, ese amor que un día acaricie. Odio esa lejanía, y ese tren de la muerte, que hoy me regalo la vida, envuelta en un manto de estrellas.
Maldito tren, que me devolvió a la más cruda  de las realidades y miserias del ser humano…